
Si alguien se sienta frente al río Calle-Calle en Valdivia, Chile, puede ver un astillero como quien ve la carpintería por la que pasa de vez en cuando. Hasta ese momento yo no había pensado en los procesos de manufactura y control de calidad de un barco; era algo tan abstracto como pensar en una fábrica de edificios. Había visto películas en donde construían, a mano y en pocos días; la barca del Diluvio Universal, nada más. En mi tierra todo es montaña, meseta y parapentes. Y ahora, en la costanera frente al río Calle-Calle, podía ver cómo ensamblaban un barco parecido al de Noé pero en una empresa llamada ASENAV…seguir leyendo el texto en El Espectador – ¿Pensamiento global tercermundista?: en la sección El Cisne: libros y espacios.
© Isabel-Cristina Arenas, Barcelona 3 de febrero de 2016
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