Entrevista a Alejandro Morellón sobre Caballo sea la noche

Alejandro Morellon
Caballo sea la noche de Alejandro Morellón
Título: Caballo sea la noche – Autor: Alejandro Morellón – Candaya

Después del libro de relatos El estado natural de las cosas, con el que obtuvo el IV Premio Hispanoamericano Gabriel García Márquez en 2017, el escritor Alejandro Morellón publica su primera novela: Caballo sea la noche (Candaya, 2019), la historia de una familia destruida por ¿el amor?, el deseo, la identidad y la culpa. Sin puntos apartes y en menos de 100 páginas entramos en los pensamientos de Alan y Rosa, madre e hijo, e intuimos los del hermano y el padre ausentes. Las iniciales de sus nombres forman la palabra AMOR.

A Alan la luz le hace más daño que la oscuridad, porque él es el centro de la culpa. El secreto que aún no sabe está escondido en su piel y frente al espejo, lo presiente y por eso duerme todo el tiempo que puede. “¿Quién soy?”, se pregunta el hijo: “Soy un ser arbitrario y sin concreción, una latencia indefinida, un extraño caminar, un pálpito inestable… un enigma sexual”. Rosa también se esconde dentro de los álbumes de fotos familiares, se mantiene despierta en el pasado y es incapaz de dormir en el presente, ¿hasta dónde puede llegar el amor de una madre, hasta dónde el perdón, nunca el olvido? La novela se lee a todo pulmón, y aunque uno quiera renunciar a hacerlo, porque sabe que lo que se revelará es terrible, pueden más el lenguaje y la forma en cómo está escrita. El orden de los descubrimientos que hace el lector junto a los protagonistas es clave, hay belleza en cada frase, velocidad, angustia y también poesía, mucha poesía en lo que va contando, sin decirlo en forma explícita, cada personaje.

¿Creó un “mundo provisional” para escribirla?

Sí, creo que toda la literatura es justamente eso, un mundo provisional, un espacio generado por el autor y regenerado con cada nueva lectura. Esta historia me requería un espacio y un lenguaje concretos, las estancias indefinidas, las oraciones ininterrumpidas; de esta manera, los personajes que no pueden salir de la casa se asemejan al lector al que le cuesta salir de la frase.

Ser “herida y cuchillo”, lo es el padre y lo es Alan, el hijo. Las heridas deben sangrar para ser sanadas, para poder ser curadas, dice usted en la novela. ¿Qué tan necesario es saber la verdad dentro de una familia? Sobre todo, una tan espantosa como la de Caballo sea la noche.

La verdad siempre se nos impone, incluso la más dolorosa. Puede uno darle la espalda al conflicto, pero nunca evadirlo por completo, está ahí, se presiente. El dolor que no se acepta se camufla, sí, pero no puede desaparecerse

…sigue leyendo en El Cisne: libros y espacios de El Espectador.

© Isabel-Cristina Arenas, Barcelona 18 de marzo de 2020

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