
Valeria Luiselli conoció a Cees Nooteboom en 1712; en esa época eran dos jóvenes marinos que navegaban entre Holanda y el mundo. Se volvieron a encontrar en 2012, cuando ella era mexicana y él otra vez holandés, pero en esta vida los dos se habían convertido en escritores. Los demás tendremos fechas diferentes —más que fechas serían títulos de libros— en que conocimos a Nooteboom. Algunos habrán iniciado con Las montañas de Holanda, otros con El día de todas las almas, con La canción del ser y la apariencia o por sus poemas.
El cartero con su camisa amarilla llega hasta la verja
en bicicleta, cuenta el mundo, entrega su carta
a un ser viviente, no sabe de duelo o alma.
Extracto de ‘Figura’, poema de Cees Nooteboom, traducción de Fernando García de la Banda
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© Isabel-Cristina Arenas, Barcelona 02 de mayo de 2016
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