Barcelona.

“Las ciudades se leen como el resto de los textos”, escribe Jorge Carrión. Él decidió leer a Barcelona por medio de sus pasajes. Se había mudado de barrio y, caminando cerca de su nuevo apartamento descubrió el pasaje Manufacturas, se sentó en la barra del bar que hay en el lugar y se imaginó como el dueño de una librería ubicada en uno de los locales cerrados, pensó que la llamaría Walter Benjamin. Al regresar a su apartamento ya se había iniciado la obsesión, comenzó a investigar todo lo relacionado sobre los pasajes de la ciudad. Era el principio de lo que siete años después sería Barcelona. Libro de los pasajes (Galaxia Gutenberg, 2017).
“Si te fijas en los pasajes, las calles, las manzanas y los barrios que los rodean cobran un nuevo sentido”, pero ¿qué es un pasaje? Carrión dice que son portales temporales: lugares fronterizos que dan acceso a la psicociudad, la dimensión emocional y simbólica que construyen los ciudadanos, a menudo opuesta a la de políticos y urbanistas. A estos puntos de unión entre pasado y presente va el lector guiado por el autor del libro. Algunas veces esos lugares ya no existen, hay nuevos edificios sobre ellos, o las casas han sido tapiadas; otras veces son una nota de periódico, un recuerdo de alguien. Es entonces cuando se comienza a entender Barcelona. “Destruir, construir, destruir, construir”; la forma en que crecen las ciudades, piedra sobre piedra.
En alguna parte dice que este libro nunca lo terminará, pues su condición de “pasajero” estará unida a él para siempre…seguir leyendo en El Cisne: libros y espacios de El Espectador
© Isabel-Cristina Arenas, Barcelona 15 de junio de 2017
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