
No había leído nada de Bryce Echenique, pero en mi recorrido por la Panamericana en la Feria del Libro de Bogotá del año pasado vi su nombre en una edición pasta dura con un papel de solapa que daban ganas de tocarlo. Estaba a un precio increíble: $5.000 y sin cara de descuento. En la parte de abajo del título decía: Premio Planeta 2002 y como mi experiencia en comprar libros que han ganado premios literarios había funcionado con Anagrama y Alfaguara decidí comprarlo. Ah y también me animó haber leído a otro Premio Planeta, Juan José Millas con El Mundo del que hablo en mi primer post de este Hermafrodita Dormido.
Alfredo Bryce Echenique es un escritor peruano, bisnieto de ex presidente y criado en los mejores colegios de Lima y que decidió ser escritor, irse a París a trabajar en…mientras escribía historias.
El huerto de mi amada cuenta la historia de un joven casi niño de 17 años que se enamora de una mujer divorciada un poco más de 10 años mayor que él. Carlitos vive con Natalia de Larrea una historia de amor en contra de todas los prejuicios sociales relacionados con los apellidos, estratos sociales y amigos influyentes de la Lima de los 50’s.
Empezar a leer un libro es encontrar una voz que no tengo todavía y especialmente si no he leído nada de ese autor. Este libro tiene un un narrador que lo sabe todo e incluso opina de vez en cuando y confunde su voz con uno de los personajes hasta fusionarse totalmente. Por eso a dos páginas de iniciar tuve que devolverme, porque ese narrador medio esquizofrénico no me dejaba concentrar, aunque también me gustaba mucho. Tenía algo de uno de mis cuentos preferidos de Cortázar: Señorita Cora.
Es muy atrevido de mi parte decir que hubiera preferido un libro más corto, pero igual lo pienso y creo que Bryce Echenique se pudo ahorrar más papel o utilizarlo en descripciones mas detalladas, específicamente cuando Carlitos y Natalia de Larrea empezaban a hacer el amor. Sentí que fueron muy pocas las descripciones atractivas relacionadas con sus preludios sexuales, eran aburridas y empalagosas. También me molestó que los nombres de los personajes coincidieran con algún rasgo de su personalidad pues es una suerte que no exista el apellido Distraído porque ese era el rasgo más importante de la personalidad de Carlitos. Ah! y el itos martillante hasta el final tampoco acabó por convencerme. Tal vez el único que me cuadraba era que Consuelo, la pobre hermana de los mellizos arribistas que “ni bonita ni feita ni inteligente ni no” tenía muchos nombres para ella: Martirio, Consolación, Angustia. Hay otro tipo de coincidencias que son menos obvias. Ejemplo: alguna vez conocí en enero de 2000 a un perro que se llamaba dosmil porque eso había costado, nada que ver con el nuevo milenio. Coincidencias que tienen un secreto medio oculto, pero no que Carlitos Alegre sea ¡Alegre! Respecto a su amante me reservo el derecho a la no opinión.
Los ganadores de premios literarios de editoriales prestigiosas, siempre serán una sorpresa, y hasta ahora la mejor para mí ha sido El viajero del siglo de Andrés Neuman y la menos (mejor) El huerto de mi amada.
© Isabel-Cristina Arenas, 7 de marzo de 2011
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