
Antes de empezar a leer El ruido de las cosas al caer me preguntaba cuáles eran esas cosas tan importantes que suenan tan fuerte al caerse que le dan el título al libro. Al terminar me di cuenta que se caen aviones, se caen vidas, cuerpos, sentimientos, todo se cae menos el destino que se sostiene sólo, como una caja negra con información de la que no se puede escapar.
El día en que terminé de leer este libro salí en la mañana con mi papá a caminar por la ciclovía de la Séptima a buscar un lugar para estar juntos en silencio. Yo quería continuar con mi lectura y él con el crucigrama de El Espectador, que normalmente hacemos a larga distancia cada domingo y que esta vez teníamos la suerte de evitar hacerlo por celular. Ya sentados en una banca del Parque Nacional mi papá me interrumpió con una pregunta:
—Vertical-2– Flor por antonomasia en versión pequeña.
—Mmmmm, no sé, dije.
Después me quedé pensando en los crucigramas y en que seguro es más difícil crearlos que hacerlos; igual que la historia que estaba leyendo: es más difícil crearla, darle forma, pulirla que vivirla, pues aquí en Colombia a cualquiera lo pueden matar si está mal parado, mal acompañado o sencillamente porque le tocaba. Pero no cualquiera puede contar la historia de la forma en que Juan Gabriel Vásquez lo hace por medio de Antonio (en 1º persona) mientras repasa un poco la Historia de Colombia de los últimos 20 años.
Un gran libro totalmente recomendado, que vale los 175 mil dólares que le dieron al autor por el Premio Alfaguara de novela 2011 que recibió en mayo. No se puede escapar del destino.
Alguien va y toca una puerta, quizás no le abran, quizás le abran sin tocarla, o quizás cuando le esté ayudando a alguien a abrirla se encuentre con una bala perdida. A Antonio, el protagonista del libro, le disparan mientras camina con Ricardo Laverde (no estoy dañando el libro, así empieza). Antonio es un profesor del Rosario que reconstruye la historia de Ricardo, un piloto, y al mismo tiempo los pedazos de la suya.
En este libro suena todo, hasta el mismo libro cuando se abre y es en serio que suena, tal vez cosieron las hojas muy pegadas o es parte de la estrategia para atrapar al lector desde el principio, no se, lo que sí es cierto es que después de terminarlo uno se queda con la sensación de ruidos múltiples alrededor, la misma que se tiene cuando al pasar la primera noche en otro lugar cualquier sonido es motivo de insomnio, miedo o posible robo. Esto último, dentro de la paranoia justificada que nos ataca a los colombianos.
También hay muchos secretos entre el escritor y el lector, o mejor, claves secretas, que por lo menos yo agradezco y persigo; y que son las que dejo como un post it mental para leer sobre el tema más tarde. Por ejemplo: en el libro uno de los personajes se escandaliza por el asesinato horrible de Sharon Tate, esposa de Roman Polanski, lo que me acordó de algo buenísimo que el mismo Juan Gabriel Vásquez escribió sobre el tema y que fue publicado en la revista el malpensante. Post it mental borrado y después de volver a leerlo: Súper recomendado (también). Se llama Aeropuerto.
Ya casi al medio día, cuando estaba pensando en dónde estaba yo cuando pasó lo de la bomba del Club el Nogal:
—Horizontal-3-Placer solitario
—Mmmmm: ¡Leer!
—Sí esa es, dijo mi papá y me dio un beso
Me quedé pensando que el siguiente domingo ya no tendría quien me interrumpiera y decidí conscientemente regresar a la bomba del Nogal, a la tristeza colectiva y así evitar la personal. Al otro día mi papá volvería a su casa después de pasar cinco días conmigo y no tenía planeada una fecha de regreso. Yo elegiría otro libro de mi biblioteca y leería en las mañanas y en los parques.
No es posible escapar del destino, ni siquiera por algunos días.
© Isabel-Cristina Arenas, Bogotá 15 de junio de 2011
Comentar este post: