
Martin maquilla muertos y se enamora de Elena mientras la embalsama; Harold vende Toscanos, Pietás y Silver Roses, ataúdes con diseño y piensa en Ángela, su hija arrollada por un tren;Danny pesca junto a las cenizas de su padre guardadas en un termo mientras recuerda lo que ha sido su vida; Adrián está muerto desde que su esposa se fue con David y ahora vende a otros la poca fachada de felicidad que Lady Madonna le regaló…este fue un libro para “hacer memoria”.
Thomas Lynch es un poeta, ensayista, escritor de ficción y director de funeraria conocido entre otros títulos por El Enterrador-la vida vista desde el oficio fúnebre, un libro de ensayos sobre la muerte que pienso debí comprar en vez de Lady Madonna y otros cuentos, pues en éste último las historias son largas en tiempo, hojas, datos… y me aburrieron un poco. Me refiero a que abarcan mucha vida de los protagonistas, detalles para los que no tuve paciencia y que me hicieron pensar en otras cosas que me interesaban más aunque relacionadas con los temas del libro.
Por eso hice una red semántica: leí sobre los trabajos alrededor de la muerte, recordé Michigan en donde ocurren casi todas las historias, encontré la forma en que se unían los temas, volví al libro, lo dejé, hice un esquema, lo borré, leí revistas malpensantes atrasadas, cuentos fotocopiados, recortes de periódico viejos, escogí el siguiente libro a leer, lo forré, busqué un separador de libro especial para darme impulso, ordené la biblioteca… y finalmente acabé de leer a Lady Madonna y otros cuentos.
Mi red semántica

Tres puntos de la red:
Primero: Baldwin, Petoskey, Traverse City, Charlevoix, Harbor Springs …Thomas Lynch nombra cada pueblito mínimo del norte de Michigan en Estados Unidos, cada pueblo mínimo menos en donde yo viví. Hice fuerza desde el primer cuento, desde que comprobé que casi todas las historias tocaban ese Estado, para que Boyne Falls saliera en una. Viví allí por tres meses en el invierno de 2002 y casi nunca pensé en la muerte. Menos en ese lugar del que solo tengo buenos recuerdos y amigos, algunas fotos físicas del lago Michigan antes y después de congelarse, el pin del hotel donde trabajé y el separador de libro de Crooked Tree District Library de Boyne Falls que utilicé para animarme a leer a Lady Madonna y otros cuentos.
Segundo: Cuando estaba ordenando mi biblioteca encontré un libro llamado Tierra de Sangre memoria de las víctimas de Gina Morelo, actual presidente del Consejo de Redacción, releí las crónicas y subrayé completa la del repartidor de muertos, un trabajo, en donde Arturo pasa en frente de las casas de los habitantes del pueblo dejando a las madres y viudas ataúdes sin diseño llenos de la plata que los paramilitares consideraban valía el muerto que iba dentro. Historias que no son ficciones, que duelen porque se repiten y que pasaron en Montería, al Norte de Colombia.
Tercero: No recuerdo cómo era el ataúd de mi abuelo, pero sí que pensé mucho en su muerte mientras vivía en Boyne Falls. También me acuerdo que cuando realmente murió, seis años después de mi llegada y de cumplirme la promesa de no hacerlo en la navidad de 2007, sostuve su féretro por la esquina superior derecha mientas entrábamos a la iglesia, lo dejé sobre la base de metal en frente del sacerdote y me senté en la primera banca a pensar en qué cosas suyas me llevaría de recuerdo para mi casa… Si me concentro y cierro los ojos, creo que el ataúd era color vino tinto y con arabescos, igual que el logo del hotel en donde trabajé en Michigan.
Antes de dormir siempre hay redes semánticas mentales, por eso las pesadillas, las vueltas en la cama, los enredos con la cobija, las quitadas de cobija, el insomnio. “Qué libro voy a leer, en dónde los voy a guardar, la silla de leer es de Andrés, la bicicleta de Laura y ¡el letrero de El Cisne de la zapatería e mi abuelo! ¿A dónde lo voy a llevar?”…..
© Isabel-Cristina Arenas, 3 de noviembre de 2011
Comentar este post: