
La hoja que queda en blanco después de la portada del libro está cubierta por muchos ¨Te amo¨, ¨Te amo¨, ¨Te amo¨, escritas con un trazo definido, sin dejar espacios en blanco y en bolígrafo negro. El libro se lo había prestado a mi papá para que lo leyera primero que yo, cosa que no hago sino con él y me lo había regresado lleno de esos te amo que me hicieron recordar los yo le escribía en los crucigramas de El Espectador cuando era niña.
En una firma de libros del escritor colombiano Héctor Abad Faciolince yo era la número cien o más de la fila, iba con El olvido que seremos y después de más de cuarenta minutos de espera llegó mi turno. El escritor abrió el libro y subió las cejas al ver los letreros, luego me preguntó – ¿Quién escribió esto? – Mi papá, respondí casi sintiéndome culpable por pedirle que me autografiara un libro rayado. Él redactó la dedicatoria, cerró el libro, se levantó de la silla y me abrazó muy fuerte. Yo me emocioné muchísimo pues leía a Héctor Abad hacía más de diez años. Después sentí que todos en la fila miraban con intriga y me fui a una escalera a leer lo que había escrito: ¨Para Isabel Cristina, a la que quieren tanto como me quisieron a mí¨. Quienes hayan leído este libro entenderán muy bien lo que significa, los que no, deben hacerlo y para animarlos tomen dos minutos en este artículo.
De lo anterior me acordé leyendo el libro de esta reseña: De cuando Vargas Llosa noqueó a Gabo y otras 299 anécdotas literarias, publicado en 2009 por Luis Fernández Zaurín, quien se tomó la tarea de buscar, verificar y recopilar las historias de este libro que resulta bastante entretenido y que aparte de buenos momentos, muchas risas y datos curiosos, deja una larga lista de autores nuevos por leer.
Este periodista y escritor catalán cuenta detalles graciosos de las discusiones entre Borges y Ernesto Sábato, algunas historias increíbles como que Mary Shelly tuvo el corazón de su esposo en las manos después de que este muriera ahogado en una isla y de que ella ya fuera famosa por Frankestein; entre otros relatos relacionados con dedicatorias significativas y emocionantes para los lectores, como en mi caso. En conclusión, este libro hay que leerlo, puede ser que no de un solo tiro, pues se presta para abrir de repente cualquier página y encontrarse por ejemplo con que Borges oía a Pink Floyd, Los Beatles y los Rolling Stones y que no soportaba a Beethoven, esta fue la primera historia que me leyó Andrés Gulla-Ván, más que todo mi amigo, antes de regalármelo. También me gustaron Gabo y los enamorados, Onetti, Vargas Llosa y los prostíbulos, todas, todas las de Vila-Matas, Rulfo, Borges, y la que habla del Biblioburro del profesor Soriano de Colombia.
Regresando a la historia inicial, hoy guardo a El olvido que seremos entre los libros más queridos, aunque esté segura de que Héctor Abad no se acuerda de la dedicatoria pues ha autografiado miles de libros y muchas veces ha hecho referencia a su mala memoria. La misma que mi papá entrena haciendo crucigramas mientras guarda en su billetera algunos ¨Te amo¨ míos desde hace más de veinte años.
© Isabel-Cristina Arenas, Barcelona 7 de febrero de 2012
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