Nada qué hacer Monsieur Baruch – Julio Ramón Ribeyro

Título: Nada qué hacer Monsieur Baruch - Autor: Julio Ramón Ribeyro - ESPASA
Título: Nada qué hacer Monsieur Baruch – Autor: Julio Ramón Ribeyro – ESPASA

“Sin haber sido un fumador precoz, a partir de cierto momento mi historia se confunde con la historia de mis cigarrillos”: dice el escritor peruano Julio Ramón Ribeyro (Lima 1929-Lima 1994) en su cuento Solo para fumadores que no está en el libro de esta reseña, pues sus relatos se disfrutan tanto que no es posible leer solo algunos.

Mientras casi todos los escritores de la generación de Ribeyro —los del Boom— publicaban novelas, él escribía cuentos, y de acuerdo con sus diarios, sufría por esto. No sabía que Cortázar y Borges también hacían relatos cortos, lo supo después cuando ya era famoso, cuando los sufrimientos ya eran parte de su historia. Sobre esto y otros detalles se puede leer en el artículo Diario de un diario, del escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez. Al final de su carrera Ribeyro obtuvo el Premio Juan Rulfo de literatura (1994), días después falleció.

“No creo que la felicidad sea un estado muy fructífero”, decía el autor en una entrevista en la televisión peruana. Pienso lo mismo y aunque prefiero evitar la “lucidez” creativa de los momentos duros y difíciles, sé que son necesarios para vivir y seguir escribiendo. Evito la nostalgia, sin embargo, a veces imaginar un poco o recordar es un masoquismo necesario:

Cómo me gustaría estar este martes, como muchos del año pasado, hablando sobre libros con Mauricio, Favián y Andrés. Les diría que por fin leí Nada que hacer Monsieur Baruch, que claro, me gustó el cuento que le da el nombre al libro, pero que me quedo con Los Cautivos, Solo para fumadores, La Insignia y Los Merengues. Le invitaría una cerveza a Favián en agradecimiento por presentarme a Ribeyro y regalarme el libro. Les diría a los tres que tengo una propuesta para nuestro extinto laboratorio de literatura y es que cambiemos una parte de la frase con la que inicia el cuento Solo para fumadores y que desarrollemos uno nuevo con lo que se nos ocurra.

Algo así como esto: “Sin haber sido un lector, melómano, viajero o cinéfilo precoz, a partir de cierto momento mi historia se confunde con la historia de mis libros, canciones, viajes,o películas” Me gustaría que alguno hiciera el experimento con sus mujeres: “Sin haber sido un amante precoz, a partir de cierto momento mi historia se confunde con la historia de mis mujeres”, y creo que para esto invitaríamos al maestro Castillo, sería el adecuado. Por ahora mientras no hay experimento, porque no hay laboratorio, porque todos estamos lejos, decidí pensar en cigarrillos y recordar a quienes sienten, sintieron o intentaron sentir el mismo placer que Julio Ramón Ribeyro al escribir y fumar, que para él era muy parecido. Sin moralismos.

Algunas cenizas: Fer pidiéndome que le consiga cajetillas de cigarrillos del mundo para su colección. Mi abuelo fumando el único cigarrillo del día, preguntándose cómo era que había logrado pasar de los doce años y tener ochenta. Laura pidiendo fuego para un cigarrillo en Rock City. Mi mamá intentando por milésima vez dejar de fumar y sintiéndose feliz de por lo menos intentarlo. Mi tía Rosa pidiéndole en secreto a mi mamá que le diera un cigarrillo, el último; y mi mamá en secreto dándole los últimos. Mi papá y sus Camel sin filtro. Carolina y sus Lucky. Fer, yo y los Lucky faltando a cualquier clase para leer la Revista Semana y la Cambio y discutir cuál de las dos era mejor. Mi abuela Isabel que no fumaba cantando ♪Fumando espero al hombre que yo quiero♪. Félix, el hombre más solo que conozco, con su cigarrillo eterno marca Amigos; a veces cuando hablamos se cambia a un Ducado. Yo cantando ♫me gusta estar al lado del camino, fumando el humo mientras todo pasa♫ en la puerta de aeropuerto de La Vegas. La gente viendo la súper colección de cajetillas de cigarrillos de Fer; yo me quedo con la American Spirit amarilla que compramos en Arizona hace años. Mi tío Carlos y su corazón que ya no lo deja fumar. Mi abuela enrollando cigarrillos en la Colombiana de Tabacos. Yo, cazando cajetillas raras del mundo mientras trabajo en un bar de Barcelona en 2012.

Julio Ramón Ribeyro murió hace ya muchos años, yo dejé de fumar hace más de siete, la Revista Cambio ya no existe, ni el laboratorio de Literatura. Existen otras cosas, personas, lugares y ciudades, pero los mismos recuerdos. Fin de la nostalgia.

A partir de cierto momento esas pequeñas historias o cenizas de historias, se enredan, o se separan, pero forman nuestra historia, si no fuera así nada tendría sentido.

© Isabel-Cristina Arenas, 16 de agosto de 2012

11 respuestas a “Nada qué hacer Monsieur Baruch – Julio Ramón Ribeyro”

  1. Hey que bueno! ya lo apunté como los pendientes para la prox feria del libro aquí :),
    Nunca participé en el laboratorio, siempre ocupé el tiempo en otra cosa… buuuu
    He fumado, me produce nauseas y no me gusta, bueno, algunas veces, algún cigarrillo si me gusta además con algunas copas de vino hehe
    Aleks ya no fuma! 🙂

    1. Julie,creo que lo recuerdo la última vez que probé un cigarrillo : tu y yo, yo y Gil o tu y Gil, no sé, algo así en una fiesta. En mi casa, en tu casa o en la de él, no sé algo así. Cuando tengas tiempo lee los cuentos que tienen hipervínculo en el post.
      Un abrazo, y gracias por el link de Bob Dylan :).

  2. jajajajajajajaja en el apto de Gil, en tu apto jajajajajajaja
    Dale! los voy a leer. Pikos

  3. se le olvido que tenia el cigarrillo al revés porque como solo lo usaba como estrategia de levante.. que por cierto nunca funciono!!!.. jajaja, así como el cigarrillo conmigo…

    1. Es que esa revelación era demasiado íntima, así que esperé a ver si ud lo hacía y bueno, que la protagonista confiese me libera de las culpas sobre el chisme :). Pero, claro que me acuerdo, si yo estaba ahí!

  4. Avatar de Luz Stella Sepúlveda
    Luz Stella Sepúlveda

    Fumando espero al hombre al hombre que yo quiero…claro que la recuerdo. LLamaba al cigarrillo mi amigo fiel porque … siempre estaba conmigo en cualquier situación y siempre encontraba un motivo para hacerlo. EL MEJOR CIGARRILLO….era: cuando en una reunión se terminaban y yo siempre sacaba el último, el de la reserva…….y sabe que…… lo logre….. YA NO FUMO

    1. Pués me alegra!!!!Sí, me acuerdo del cigarrillo de la reserva de las fiestas, me acuerdo que muchas veces fui alcahueta a escondidas de Ricardo Andrés 🙂

  5. Hola Isabel. Tú dices: «me gustó el cuento que le da el nombre al libro, pero que me quedo con Los Cautivos, Solo para fumadores, La Insignia y Los Merengues.» Me quedé con la intriga de saber por qué te gustaron más. Yo también leí este libro hace un tiempo, aunque el que más me gustó fue «El marqués y los gavilanes. Buena elección de música. Saludos.

    1. Hola Diego, a mi me quedan imágenes de los libros, escenas como de película ó fotos, entonces de «Los Cautivos» me gustó la imagen del libro en la cama y cuando el protagonista lo descubre y se da cuenta de quién era realmente el casero y porqué tenía pájaros cautivos, fue un Ahhhh de quedarse sin aliento, un buen final sorpresa sin que haya sido un engaño para el lector y por eso se sorprenda, por lo menos para mí fue así. De «Solo para fumadores» fue mi pretexto para escribir mi seudocritica-ensayo-relato, y me gustó por su sinceridad y porque he conocido muchas gente fumadora real y no social en mi vida que disfrutan de fumar como yo de leer (reitero que es una opinión sin moralismos), «La Insignia», si no estoy mal y acudiendo a la escena que me quedó en la mente, era que el protagonista hacía seguía un grupo o era el líder y él mismo ni sabía, era una especie de crítica cómica muy afilada y » Los merengues» para mí fue como el origen de la maldad que muchas veces es la humillación, al niño lo menospreciaron tanto que se le revolvieron su malos sentimientos, que tal vez siempre estuvieron allí ,solo necesitó que alguien se los despertara.
      » El marqués y los gavilanes » no lo recuerdo muy bien, era el que veía sombras y peleaba por el apellido algo así. Es que son muy buenos todos. También recuerdo uno que me gustó en donde alojaban a los enemigos de la guerra en una casa y los atendían y ellos ni sabían de qué guerra era o porqué es que eran enemigos…
      Gracias por leerme 🙂

  6. Avatar de Eliécer Grisales
    Eliécer Grisales

    Julio Ramón Ribeyro, para mi fue un encuentro maravilloso… Nada que hacer… me gusta por la simple revelación de la estupidez humana, el señalamiento de estar gastando nuestra vida pensando en cosas sin transcendencia a sabiendas de que morimos; porque esa es nuestra condición, urdir guerras sin sentido, venganzas, amontonar dinero dinero, obtener poder, creer estar al lado correcto de la verdad, pero pocas luchas van en pro de engrandecer el espíritu humano…

    1. Gracias, Eliécer, por el comentario. Es una maravilla Julio Ramón Ribeyro. No sé si has leído Solo para fumadores.

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