Buenos Aires-Bogotá.
Con las películas de terror el miedo se instalaba por poco tiempo. Las mascotas enterradas en el cementerio de animales no regresaban de verdad, todo terminaba con la palabra “Fin”. Quizás en algún momento se imaginaba al fantasma del gato debajo de la cama, detrás de las cortinas, en cualquier lugar oscuro. Pero la sensación desaparecía, era un miedo inútil. Algunos se sintieron conquistados por estas películas, se les abrió un mundo; otros se quedaron quizás en 1989 con Cementerio maldito —basado en el libro Cementerio de animales de Stephen King— e intentaron no ver nunca más otra película de terror en toda la vida, mucho menos pensar en leer algo parecido.
Por fortuna Mariana Enríquez (Buenos Aires, 1973) leyó a Stephen King. “Fue una revelación: yo hasta ese momento pensaba que la literatura no te podía causar cosas físicas… con King me conecté con la literatura, cuando leí ese libro tuve un miedo aterrador, la pasé mal y eso me abrió una puerta emocional. Ahí entendí lo que se podía hacer”, comentó la escritora a la revista digital argentina Continuidad de los Libros. Ella escribe sobre el verdadero terror, ese que se instala porque es cotidiano, porque se necesita.
El término “nunca más” no existe y años después se llega no a una película, sino a las páginas de un libro, a Las cosas que perdimos en el fuego (Anagrama, 2016). Enríquez recibió el Premi Ciutat de Barcelona en la categoría Literatura castellana por esta obra el pasado febrero. …seguir leyendo en El Cisne: libros y espacios de El Espectador
© Isabel-Cristina Arenas, Barcelona 8 de mayo de 2017
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