
“Creo en la belleza de todas las mujeres, en la perfidia de su imaginación, que me toca tan de cerca… en su cariñosa tolerancia de mis propias perversiones”. J.G. Ballard.
Las mujeres en la vida de J.G. Ballard fueron bondadosas cada una a su modo, con autenticidad, ternura o libertad. Llegaron en el momento y con las palabras precisas. Una de ellas, el eje, su esposa, desapareció en un instante y otras dos, sus hijas, se convirtieron en su equilibrio mental. En La bondad de las mujeres (1991), una autobiografía novelada, Ballard (Shanghái, 1930 – Londres, 2009) cuenta su vida al llegar a Londres después de pasar su niñez en China. Allí, en Shanghái, paseó en bicicleta a escondidas de sus padres, ingleses adinerados, conoció a sus primeros amigos, su primera novia, pero también, ahí mismo, fue prisionero junto a su familia en un campo de concentración. Al terminar la Segunda Guerra Mundial fue liberado y viajó a Londres a estudiar medicina.
La experiencia en el campo de Lunghua la describe en El imperio del sol (1984), libro llevado al cine por Steven Spielberg en 1987, y su vida en Londres es contada en La bondad de las mujeres, publicado en español por Penguin Random House. Según el autor, ellas lo salvaron cada vez que sintió que lo había perdido todo.
En La bondad de las mujeres, el escritor alumbra hacia la gente que lo rodea y pocas veces habla de sí mismo en forma directa…seguir leyendo en El Cisne: libros y espacios de El Espectador.
© Isabel-Cristina Arenas, Barcelona 22 de agosto de 2017
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