Barcelona.
Hace unos meses, en la presentación de uno de sus libros, Leila Guerriero dijo que cuando la realidad no está produciendo nada que la lleve a escribir sus columnas lee poesía o echa mano de la música, y si nada funciona sale a correr. El problema es que en estos dos últimos meses del 2020 la realidad dice tanto que aplasta a muchos y es difícil concentrarse en cualquier tarea, da miedo estar offline durante dos horas seguidas (quien sabe qué pueda pasar en ese tiempo), los pájaros cantan a horas inusuales, cualquier sonido es ruido y correr con tapabocas es casi imposible. ¿Entonces?
Esta periodista y editora argentina tiene ahora mucha más realidad de donde escoger y su columna sigue siendo tan exquisita, breve y personal como siempre, como lo son también cada una de las que están recopiladas en su libro Teoría de la gravedad (Libros del Asteroide, 2019). “Alguien que lea este libro supondrá que me conoce, pero no me conoce nada”, dijo Guerriero en la presentación a finales del año pasado en Barcelona. Es cierto, uno se hace la ilusión y la siente más cerca; entra en su casa sin que ella se entere. No importa si escribe sobre cómo amasar el pan o sobre parejas que se destruyen a punta de detalles; el tema que elija se va a disfrutar.
En su reciente columna para El País Semanal dice: “Si me preguntan, no estoy bien. Soy una desgraciada más, y a mucha honra. No son tiempos de alivio”. Comienza escribiendo sobre la reciente novela de Mariana Enríquez —Nuestra parte de noche (Anagrama, 2019)—, nos distrae con un dulce de peras que prepara en la cocina, pasa por el “Yo afortunadamente estoy bien”, tan repetido en estos días y que no puede decir la gente que se gana la vida vendiendo en la calle, y después, ya paseándonos en la sala de su casa …sigue leyendo en El Cisne: libros y espacios de El Espectador.
© Isabel-Cristina Arenas, Barcelona 13 de octubre 2020
Comentar este post: