
“Póngale la fe” es la frase que hace que el conductor del bus decida dejar subir a otro vendedor ambulante, tal vez el décimo de la tarde. Por esa fe, que se le nota en los ojos es por la que algunos le compran tres dulces en 500 pesos, libros de crucigramas, canciones o poemas. La fe, muchas veces es contagiosa. El problema es saber en qué es lo que se tiene fe: ¿en que de 500 en 500 pesos el vendedor podrá pagar un cuarto por esa noche? ¿en que alguien va a aplaudir después de tocar una canción o se interesará en la poesía?… Preguntas que decantan en algunas más personales: ¿cómo será mi vida en Barcelona? ¿podré conseguir un trabajo para ahorrar e ir a Sidi Bou Said, París, Fez, Madrid, Turín? ¿seré tan fuerte, sensible, optimista, creativa…cuando sea necesario? ¿…?
Las preguntas sobre la fe me las hago cuando veo alguien que cree firmemente en algo, ya sea en sus planes con otra persona, en lo que escribe, en su empresa, o en Dios, como los protagonistas de Emaús (2011) de Alessando Baricco. En este libro la fe es lo que se va perdiendo por el camino, la que empieza muy fuerte como cuando se decide aprender un idioma, entrar al gimnasio o querer a alguien y que se va abandonando con indiferencia o tristeza cuando las cosas no salen como habían sido planeadas.
En Emaús la sociedad, los perjuicios y el miedo hacen que Bobby, Luca, El Santo y el protagonista, quien narra la historia, pierdan la fe en sí mismos. Baricco utiliza a Andre, una joven de su misma edad, 18 años, para mostrarles la tentación. Andre es mucho más de todo que ellos juntos: más viva, más arriesgada, más rica, triste, trágica. Y que hace que sus vidas tenga un antes y un después de ella muy definido.
Alessando Baricco siempre me sorprende, me saca muchos ¿¡Ah!? (con interrogación y admiración al mismo tiempo). Por lo que tengo que regresar algunas páginas para comprobar que lo que leo es cierto. Y regresar una vez para saber cómo construyó la historia y entender cómo es posible que no se le noten las costuras, la construcción literaria. Por eso otro de mis planes es ir, por lo menos de visita, a su escuela de técnicas de escritura Holden, llamada así en honor al protagonista de la novela El guardián entre el centeno, de J.D. Salinger.
El primer libro que leí de Baricco fue Seda, seguí con Tierras de Cristal y después no dudé de encargarle poco a poco todos los libros de este autor a mi hermano que vive en Buenos Aires y me los compra a mitad de precio. El tercer post de este blog es de uno de sus libros, Novecento. Y bueno este es el link para que lo lean. Emáus por ahora hay que comprarlo y leerlo. Leerlo igual que Tierras de Cristal, Esta Historia, Seda, Sin Sangre, City…
Y volviendo a las preguntas personales sobre la fe:
¿Podré ir al Museo de Louvre y ver de frente al Hermafrodita Dormido?
Por ahora llevaré como amuleto en la maleta de mano, el próximo 11 de enero, el libro (El Hermafrodita Dormido) de Fernando González con la intención de seguir escribiendo en este blog y evitar la sensación de desarraigo que tengo antes del viaje. Por eso seguiré con fe el consejo de un amigo, me lo tomaré con calma pero con ilusión.
© Isabel-Cristina Arenas, Bucaramanga 2 de enero de 2012
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